Y la inalcanzable saciedad del ser una vez mas se me presenta burlona mostrándome sus encantos de oro y marfil, sus dientes de perla y sus brillantes ojos llenos de nada, sedientos de la restante verdad que habita en mi núcleo.
Su sonrisa se convierte en prisión del hombre y mi sangre hierve en desesperacion, hasta que la muerte llega esplendorosa y radiante para arrebatarme en sus brazos...
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